lunes, 28 de octubre de 2013

De las respuestas del cliente: ¿algún psicólogo por ahí?


Que hay clientes para todos los gustos eso no lo niega nadie. Los hay muy buenos, de aquellos que pagan incluso por adelantado o que se demoran un poco más, pero pagan al fin. También, existen aquellos que uno conoce tal día, les da su tarjeta y esta persona les hace la promesa inmediata. 
«Sí, mañana te estamos contactando porque tenemos cualquier cantidad de traducciones pendientes que no nos dejan avanzar con el proyecto X». Y uno se va todo ilusionado a su casa y no se levanta de la silla por una semana esperando que le llegue ESE correo. Luego de un año y algo, aparece esta persona recordándonos tal encuentro y pidiéndonos disculpas «porque el proyecto se atrasó». Hay otros que nos llaman solicitándonos un presupuesto para un documento difícil o un libro entero y uno se pasa un día completo pensando y pensando cómo hacerle las cosas más fáciles. Cuando por fin se decide, les envía una respuesta y estos ni siquiera se dignan a responder un seco «No, gracias». Y así, hay de todo en la viña de la traducción.

Pero no me digan que no tienen una colección de respuestas ingeniosas del cliente o de los posibles clientes. Tal vez, de sus conocidos, que desconocen (valga la redundancia) qué es lo que nosotros, los traductores, hacemos o que nuestro trabajo ES DIFÍCIL y lleva su tiempo y que no es un simple pasatiempo. Yo puedo contar el caso de una amiga que me pidió que cante una canción en un cumpleaños. (Sí, no solo traduzco, también canto, ja). Eligió una canción muy bonita en inglés que yo conocía desde mi infancia y la comencé a practicar. Unos días antes del acontecimiento, me pidió si podía hacerle una versión en español de la canción «así todos la entendemos». Por supuesto, nunca hablamos de dinero, pero ya me imaginaba cómo iba la cosa. Tampoco le di oportunidad, era una locura entre letra, rima, métrica, etc. y el tiempo que nos apretaba. Si bien sé algo de música, no soy ninguna Beatle.

Otra vez, en una feria de la industria alimenticia, me puse a conversar con un señor dueño de una fábrica. Cuando terminé mi «discurso de ascensor» y le expliqué en cinco minutos qué hacía, qué estaba haciendo en ese lugar y cómo podía colaborar con su empresa, este buen hombre me responde: «No, gracias. Tenemos una profesora de inglés que hace esas cosas. Además, podemos legalizar* porque ella hizo eso del First Certificate». Así, con esa misma boca abierta que vos me quedé yo. Mientras me debatía entre «cantarle las cuarenta», reír o llorar, solo le expliqué amablemente que estaba equivocado (no me puso mucha atención), lo saludé y me fui. No voy a negar que fue frustrante, pero luego de algunos añitos en la profesión, me doy cuenta de que pasa en todos lados y aprendí a tomarlo como una anécdota graciosa, la risa es salud. Y la gente tiene el «don» de dejarnos con la boca abierta con sus ideas o respuestas, sí, sí.

Sin mentir, tengo unos cuantos más, pero me encantaría escuchar los tuyos, así hacemos terapia de grupo y no nos duele/enoja tanto. Sí, hay de todo, de todo. En esta viña, sobra uvas raras…









*En Argentina, la legalización de una traducción consta de varios pasos: primero, el traductor público o matriculado introduce una leyenda al pie de página que dice que esa traducción es fiel al original y, luego, añade su firma y sello. Una vez hecho esto, el documento se presenta en el Colegio de Traductores correspondiente para colocarle el sello de la institución y, de esta forma, la traducción adquiere validez legal.

Por Aldana Michelino

2 comentarios:

  1. Anónimo dijo...

    escenario reciente: los padres de un veterinario me traen un Manual de un Equipo para traducir; complejo, extenso, "chino básico" diríamos, que requiere muchas horas de lectura y relecturas previo a la traducción en sí....

    Entreo al ciberespacio a ver si encuentro el manual digitalizado (ya q me trajeron el impreso); no lo encuentro; me comunico con el fabricante en China! y como quien no cree la cosa, me responde en menos de 24 h me responde el/la Gerente de Servicios (imposible deducir el género a partir de los nombre monosilábicos chino!!!) comentándome que con gusto me enviarán el archivo digital pero es imprescindible que el envíe el No de Serie del producto (ya que supongo que tienen decenas de equipos de ese tipo en el mercado). Luego de comunicarme con el cliente, y éste comunicarse con el dueño del equipo, resulta ser que "no hay No. de Serie", por lo tanto tendré q presupuestarles a tun-tun como en la era pre-informática... (ni en p*** me voy a poner a contar laspalabras de 70 páginas! por eso mismo q comentás -Aldana-.... (to be cont'd!!!) Carlos Jaccobo

    28 de octubre de 2013 08:24

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  2. ¡Anécdotas hay muchas! La más reciente fue la de un cliente que me llamó un domingo por la tarde para que le tradujera un correo electrónico «urgente» que había recibido hacía cuatro días (sí, señor). Para sumar, ese domingo era el Día de la Madre en Argentina. Sumamente gracioso ;).

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