lunes, 7 de enero de 2013

TU NEGOCIO, MI NEGOCIO



No cabe ninguna duda de que no sobreviviríamos aislados del mundo. Como sociedad, no servimos para autosatisfacernos sin la necesidad de pedir ayuda en algún momento. Al menos no en cuestiones laborales. Al menos no si queremos crecer como personas y como profesionales. (En realidad, no lo haríamos bajo ningún punto de vista).

 Los otros días miraba un capítulo de una serie muy interesante sobre los comienzos de la humanidad y no pude evitar pensar en que hemos construido sociedades y comunidades porque solos nos hubiera ido muy mal. Si no actuábamos de esta forma, estábamos solos condenados al fracaso… y lo seguimos estando. Como bien dijo John Donne: «Ningún hombre es una isla».

Ahora bien, ¿alguna vez has pensado en qué sería de ti sin tus colegas? Yo más de una vez me encuentro agradeciéndoles por su invaluable ayuda. Vamos, reconócelo, en más de una oportunidad te sacan las castañas del fuego, o, como decimos aquí en Argentina, «te salvan las papas», que es más o menos lo mismo. Desde hacerte el favor de convertir ese bendito archivito a un formato compatible con aquel otro bendito programa, hasta ayudarte a comprender esa bendita frase que está redactada de manera tan clara que ni un escriba egipcio podría descifrar tal jeroglífico.

No nos hace menos profesionales reconocer nuestros límites y lo bueno de la mano del otro, al contrario, nos realza como personas. Sabemos que lo que hoy nos pide Fulanito mañana puede ser bien recompensado. Y esto tampoco es ser interesado, simplemente seguimos la regla de «hoy por ti, mañana por mí» y así. Aún me asombra ver la generosidad del otro, realmente me emociona. No es fácil encontrar gente desinteresada que nos «haga una gauchada» para salir del pozo. Y pozos hay muchos y de miles de tipos.

Y si nos ponemos un poquito egoístas, podemos decir que el éxito de mi colega también es el mío. ¿Quién sabe? Quizás a Menganito le llegue un proyecto enorme y necesite gente que colabore para terminarlo a tiempo. Y a lo mejor mañana el superproyecto me llegue a mí y así. Basta de comparaciones, más te vale que al otro le vaya bien. (Guiño, guiño).

Ese el networking entre nosotros, los traductores. (Me imagino que debe ser muy parecido en el caso de otras profesiones). Muchas veces nos sumamos un dolor de cabeza (seamos sinceros, no todos estamos hechos para el trabajo en equipo), pero otras muchas nos libramos de una presión difícil de manejar por nosotros solitos y nuestra conciencia. Y ni hablar de los que recién empiezan. Es una muy buena idea sumarse a los que tienen un poquito de experiencia y hacerse conocido. Ya aparecerá la oportunidad de colaborar con ellos y ganar no solo un dinerito, sino experiencia (joya preciosa) y, sobre todo, un amigo.

Celebremos la colaboración, no solo porque nos conviene, sino porque rescata esos valores que se ven cada vez menos pero que aún existen: la generosidad y el compañerismo.

Y tú, ¿qué me cuentas? ¿Cuál es tu experiencia con tus colegas?












Por Aldana Michelino